Cuando uno comienza a leer “CENIZAS QUEDAN” de Manuel Bernárdez…siente la necesidad de no parar hasta terminar: no hay quien no se identifique con algunos de sus poemas, pintados de temas comunes y vivencias cotidianas. Algunos se dan, incluso, para la polémica, al desnudar sin tapujos, el pensamiento y la personalidad del autor.
En la mayoría de ellos, el tema predominante es el amor : amor de pareja, con todo lo que ello significa. Su relación con María…su primera novia, la del secundario, y Julia…una texana que llegó a la vida de Manuel cuando él ejercía su profesión de ingeniero en New Mexico y Texas están presentes en casi todos sus versos, tanto como en su vida. Por extraña coincidencia, ambas tuvieron un fin trágico.
Proveniente de una familia de escritores, Manuel Bernárdez desde adolescente sintió el llamado de las letras. Sus estudios secundarios los realizó en el Colegio Nacional de Monserrat, en Córdoba, Argentina, moldeandose en la fragua de un bachillerato humanista.
Recibió la influencia de su padre Héctor Carlos , talentoso escritor, autor de la novela “La tragedia de San Juan”, Premio Ciudad de Buenos Aires y de otros importantes premios.
En sus poemas se nota , aparte de la influencia paterna, la de autores sajones, italianos y de habla hispana.
La presencia de elementos tradicionales y formas dejan al descubierto sus vastos conocimientos literarios.
El estilo itálico, un Lord Byron, un Gustavo Adolfo Becker , un Ricardo Palma…saltan enseguida a la vista, pero la poesía de Manuel tiene características propias que él define como POPULAR- URBANO .
Si bien, conoce perfectamente la técnica de la poesía, a Manuel Bernárdez solo le interesa expresar su sentimiento y deja que esa técnica se adapte al pensamiento.
Usa palabras simples, nada rebuscadas. Sus poemas no pretenden llevarlo al lector a pensar:” que quiso decir”. Utiliza términos del habla cotidiana y quien los lea no necesitará del diccionario para ver el significado de palabra alguna. Más que llegar al diccionario, el autor busca llegar al corazón del lector.
Se vale de una gran cantidad de anglicismos y barbarismos, pero de una manera inteligente: los utiliza en el momento oportuno y en la ocasión justa, lo que hace que se esfume la presencia de los mismos.
Si bien el sonido que producen las lechuzas se denomina “ulular”, en su poema “ La visita”, Bernárdez utiliza la palabra crackéo, derivada de la inglesa crack, para referirse al sonido específico que emite ese animal cuando algo lo asusta; floreándose con la onomatopeya.
En su poema “Volvió una tarde…” me sorprende cuando dice “en este Mundo que da vueltas y no para”, pues sabemos que al girar, la Tierra describe distancias y consume tiempos y en la siguiente estrofa Bernárdez dice: “que con el tiempo y la distancia no se juega”,. Impecable es la relación que hace entre una verdad astronómica y la expresión de sus sentimientos.
También echa mano , frecuentemente, a palabras no poéticas con total naturalidad y como nadie lo hace.
Su poesía es imaginación y subjetividad, siempre anteponiendo el contenido a la forma. Tocando, muchas veces la puerta de lo sobrenatural, como en sus poemas “El misterio del celular”, “La visita”, ”Mi rosal de rosas blancas”-ésta no fue publicada en el presente libro- donde el autor nos habla de otros mundos, apariciones y misterios, fantasmas, mensajes del “más allá”…
Tiene la facilidad de pasar de Barcelona- España, a Córdoba- Argentina y de Córdoba a Texas- USA, con una naturalidad asombrosa sin que se rompa la continuidad del poemario.
Utiliza el “voseo” y el habla de los países de América del Sur, en especial, el argentino. Nos dice la Lic. Silvia Celia Perrín: “ Me sorprendió el insight del poeta, un ataque mortal se desata a partir de la idea narcisista infrigida por el desamor y el abandono” y le llama la atención la descripción metafórica del autor, acerca de la fragilidad del amor: “El jarrón de colores que traje de Murcia”. Dice la Lic. Perrín: “En la poesía se pueden desandar los tiempos del hombre y Manuel Bernárdez lo hace entre el sueño y el dolor, entre lo banal y lo profundo, para aterrizar en el amor. Sus poemas se acercan a la hondura, buceando en el alma humana cuando no puede consolarse del mal que lo aqueja”.